jueves, 2 de junio de 2011

Producto 8: Texto narrativo



Narrado por: Delfina Ortega Díaz

Soy Delfina pero me dicen Fina, y soy la primera esposa de Porfirio Díaz y narraré un poco de lo que yo viví; nací un lunes 20 de octubre de 1845 en la ciudad de Oaxaca, en una de las habitaciones del “Solar del Toronjo”, propiedad de mi abuela materna Petrona Mori.
Fui fruto de una relación extramarital entre mi madre Victoria Manuela Josefa Díaz Mori, dedicada a la venta de rebozos y hermana de mi actual esposo el general Porfirio Díaz; con el médico Manuel Antonio Ortega Reyes. En el tiempo en que me concibieron, mi padre era prometido de Serafina Fernández de Arteaga, con quien se casó el 8 de octubre de 1851. Mi padre no me quería reconocer hasta que muchos años después cuando Porfirio lo presionó y lo recompensó con una senaduría.
Mi madre y mis tías me enseñaron las primeras letras, lectura , bordado, entre otras cosas; pero al fallecer mi madre en 1856, me fui a vivir con mi tía Nicolasa Macedonia Díaz. Mi esposo me conoció desde pequeñita, o sea desde la cuna, mientras yo jugaba el ya andaba por todas partes cumpliendo con sus deberes militares; un día, después de que ganaron la batalla de puebla el 5 de mayo de 1862, Porfirio le escribió a mi tía Nicolasa (hermana de mi esposo) y le pidió que me diera un abrazo de su parte, y yo en respuesta comencé a bordarle un sombrero de campaña con el águila de la República Mexicana que le entregaría la próxima vez que nos encontráramos.
Para cuando me vio, yo ya era toda una jovencita, y él se enamoró de mí, sin importar que yo fuera su sobrina ni que él fuera 15 años mayor que yo, dimos entonces inicio a una relación que culminaría en matrimonio. Pero fue hasta el 18 de marzo de 1867 Porfirio desde Puebla me escribió para proponerme matrimonio.
Nuestro matrimonio duró 13 años, tiempo en que Porfirio me quiso demasiado, yo me hice cargo del cuidado y educación de nuestros hijos, al igual que de la que él tuvo antes, nosotros estuvimos viviendo en muchos lugares por lo deberes políticos de mi esposo. En Oaxaca nacieron mis 3 primeros hijos: Porfirio Germán, Camilo y Laura, que por desgracia fallecieron, yo pensé que se trataba de un castigo divino, pues él y yo nos casamos aún siendo parientes carnales.
Tuvimos tiempos de crisis, más o menos por 1870 tuvimos que vender la Hacienda de la Noria e irnos a vivir con mi tía Nicolasa. Pero después le propusieron a Porfirio irse como asociado en la “Finca de la Candelaria” dónde se dedicaba al cultivo del café y azúcar, en Tlacotalpan, Veracruz, después él se convirtió en propietario, y ahí nacieron mis otros 2 hijos que gracias a Dios han sobrevivido: Deodato Lucas Porfirio Díaz y Luz Aurora Victoria Díaz, logramos una estabilidad económica; pero tras haber sido electo diputado federal nos tuvimos que mudar a la Cuidad de México, a mi la verdad no me agrado. Otra desgracia fue que me embarace pero mi niña nació muerta por asfixia el 21 de junio de 1876; con el triunfo del Plan y Revolución de Tuxtepec en 1877 mi amado esposo fue electo presidente de nuestro país, entonces nos establecimos en una bella residencia de la calle Moneda número 1, vivíamos cerca de la casa de mi padre. Entonces nuevamente otro castigo divino, ahí nacieron y murieron mis 2 últimos hijos: Camilo y Victoria Francisca.
El 8 de abril de 1867 nació una hija de Porfirio, con una mujer llamada Rafaela Quiñones, fue difícil para mí creerlo, pero la acepté pues él quería que ella se educara con nosotros, la mamá de la niña accedió y yo la recibí con mucho cariño, algo que tal vez no me parecía mucho es que Amada fue siempre la hija más querida de Porfirio, se caso en 1888 con Ignacio de la Torre y Mier, la verdad este muchacho era homosexual, pues lo sorprendieron en una fiesta gay pero mi esposo hizo que su nombre no saliera en los periódicos.
Porfirio y yo estuvimos separados por largos periodos, cuando él se encontraba escondido, fugitivo o en revueltas políticas yo sufría mucho.
Yo fui la primera dama hasta que Dios me prestó vida, que fue de 1877 hasta 1880, fui muy discreta y puse en juego las cualidades que Dios me dio para ser una buena esposa,y compañera. A mis manos llegaban cartas de todos los rincones de México, de Oaxaca me mandaban generalmente peticiones de trabajo para que yo se las hiciera llegar a mi esposo. Me gustaba leer los periódicos donde aparecían los acontecimientos más importantes del gobierno de mi esposo, al igual que yo me encontraba muy familiarizada con la política, Porfirio y yo hablábamos mucho del tema, en ocasiones yo lo reprendía por las acciones arbitrarias que había tomado. Todo esto sin dejar de lado mis deberes como madre, esposa y también me centré en cultivar un reducido círculo social.
Finalmente el 2 de abril de 1880, di a luz a mi última hija (como antes lo mencioné) quien falleció horas después; yo quede agotada y enferma por el parto, los médicos me examinaron y ya no me daban esperanzas, decían que me quedaban unas horas de vida, así que Porfirio solicitó al arzobispo Pelagio Antonio de la Labastida y Dávalos que me aplicaran los Santos óleos, pero al yo estar en pecado por haber formado una familia con mi tío sanguíneo y a parte no haberme casado por la iglesia, me iría al infierno, así que la manera de salvarme era que Porfirio accediera a casarse conmigo y acepto pues él me amaba, pero antes el arzobispo le solicito a mi esposo su abjuración, por escrito, de haber secundado la Constitución de 1857 (pues al haber hecho eso lo habían excomulgado desde ese año) y donde asimismo declara su fe católica, así ya podía salvarme a mí de las garras de Lucifer. Así fue como ante Dios el fue mi esposo y único amor; el día 9 de abril, o sea al día siguiente, tuvieron lugar los funerales de mi muerte, mi cuerpo descansa en el panteón de Tepeyac.
Y hasta aquí termina mi historia, después mis hijos se quedan con Porfirio, y sé que tuvo otra mujer llamada Carmen Romero Rubio la cual cuido de mis hijos, pues Porfirio y ella ya no tuvieron más descendencia, y sé que él que se convirtió en un dictador, pero hasta donde yo viví, el fue un buen político y buen presidente. Después no lo sé.






4 comentarios:

  1. dictador : como no esta pinche historia que siempre nos cuentan.

    cuando la historia le de su lugar al general porfirio diaz solo entonces tendremos y podremos decir q tenemos historia.

    ya se nos olvido q el culmino la guerra aquel 2 de abril puebla y luego mexico y soportar la humillacion del indio juarez abogadillo q estubo lejos de los cañones y religiendose

    viva la verdadera historia!!!
    viva mi general porfirio diaz !!!

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    1. La historia no se puede cambiar para que diga lo que a uno le gusta y Dios siempre pone a cada uno
      en su lugar.
      Benito Juárez García "Benémerito de las Américas"

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  2. a ver, niño, si entiendes que esto es parte de una tarea de escuela?... la historia que aqui se cuenta, es inventada :) solo recuerda, la historia siempre la escriben los que ganaron y a todo esto, tu estuviste ahi o como te consta quien es el bueno y quien es el malo!... :S se realista!

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  3. El grave problema de la educación en México es que no se enseña la historia como para educar a la población y encima tenemos el fanatismo religioso todo lo cual nos da
    pura "sabiduría convencional".

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